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CX2SA > PENSAR 24.01.06 07:07l 120 Lines 6713 Bytes #999 (0) @ LATNET
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El incierto l¡mite de la longevidad cient¡fica
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La ciencia se est planteando si existe un l¡mite biol¢gico de la vida o si la
mejora de las condiciones de vida pueden derrotar al envejecimiento. La
realidad es que la esperanza de vida no ha dejado de crecer desde 1840 y que
nada indica que pueda detenerse. Antes al contrario, lo que se desprende de
esta evoluci¢n es que las condiciones de vida est n modificando los
condicionantes gen‚ticos, sin que la sociedad est‚ debidamente preparada para
asumir las consecuencias de lo que ha dado en llamarse la "longevidad
cient¡fica".
Geriatras, dem¢grafos, bi¢lgogos y genetistas est n inmersos en un acalorado
debate sobre los l¡mites de la longevidad, toda vez que la duraci¢n de la vida
ha perdido los l¡mites para la ciencia: cada vez que se fija una edad te¢rica
de supervivencia humana, los datos emp¡ricos la superan.
El £ltimo episodio de esta pol‚mica lo ha aportado el profesor de Biolog¡a
Evolutiva en la Universidad de California, Michael R. Rose, investigador de los
genes responsables de la longevidad. Se ha hecho famoso por haber seleccionado
Drosophilas que viven el doble de lo normal dejando reproducirse s¢lo a moscas
"viejas".
Michael R. Rose y otros colegas acaban de publicar en la revista "Physiological
and Biochemical Zoology" un art¡culo, Late Life: A New Frontier for Physiology,
en el que plantean que hemos llegado a un nuevo estadio de la evoluci¢n de la
especie, en el cual la as¡ llamada madurez ("late-life") se caracteriza porque
termina el deterioro f¡sico asociado a la edad.
Se¤ala que las mejoras m‚dicas y de la calidad de vida han aumentado las
expectativas vitales de las personas y evitado defunciones "prematuras"
programadas por la naturaleza. A¤ade que esta madurez ha surgido despu‚s de que
las fuerzas de la selecci¢n natural, que afectan tanto a la fertilidad como a
la mortalidad, hayan dejado de tener un impacto determinante sobre nuestra
especie.
Origen de la pol‚mica
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La pol‚mica surge porque, en teor¡a, la longevidad m xima de una especie es
algo predeterminado biol¢gicamente y que est por tanto al margen, tanto de la
estructura por edades de la poblaci¢n, como de las mejoras de las condiciones
materiales de vida que retrasan la mortalidad.
Estas mejoras no deber¡an alterar en principio los l¡mites biol¢gicos para la
duraci¢n m xima de cualquier ser vivo, pero lo que sugieren Michael R. Rose y
sus colegas es precisamente la hip¢tesis contraria: que las condiciones de vida
pueden estar modificando los condicionantes gen‚ticos y propiciando una
duraci¢n de la vida m s all de los l¡mites establecidos hasta ahora por la
naturaleza.
Su conclusi¢n se basa en una evidencia: a medida que mejora la duraci¢n media
de la vida y la pir mide de poblaci¢n se va agrandando en la c£spide, los casos
comprobados de longevidad extraordinaria son cada vez m s numerosos.
Michael R. Rose pretende con este art¡culo involucrar a otras disciplinas,
particularmente la psicolog¡a, en el estudio de este nuevo per¡odo de la
especie humana llamado madurez, al considerar que las perspectivas biol¢gico
-evolutiva y demogr fica, no son suficientes para describirla y explicarla
adecuadamente.
Los autores llaman la atenci¢n especialmente sobre la necesidad de analizar las
actitudes de las personas ante este nuevo fen¢meno, la madurez, porque s¢lo un
cuidadoso an lisis de los mecanismos psicol¢gicos que regulan los
comportamientos relacionados con la mortalidad y la fecundidad, puede ayudar a
comprender c¢mo los organismos vivos consiguen frenar el envejecimiento.
Supercentenarios
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Los datos que soportan la pol‚mica sobre la longevidad, respecto a la evoluci¢n
de las expectativas de vida, son m s que elocuentes. En Estados Unidos, la
media de vida est situada hoy en los 76 a¤os de edad, frente a los 47 a¤os de
1900. Uno de cada ocho norteamericanos es hoy mayor de 65 a¤os, una proporci¢n
que se estima pasar de uno a cinco en 2030.
Los mayores de 85 a¤os es el sector de poblaci¢n que m s crece en Estados
Unidos, donde ya hay 120.000 personas que tienen m s de 100 a¤os. Las
perspectivas de una "longevidad extraordinaria" en la poblaci¢n nortamericana
han sido descritas en el trabajo Living to 100 and Beyond: Search for
Predictors of Exceptional Human Longevity.
En Canad , el porcentaje de la poblaci¢n mayor de 65 a¤os es hoy del 13%, pero
pasar al 21% en 2026. En Jap¢n, la esperanza de vida era de 76-78 a¤os de edad
en 1950 y hoy es de 85 a¤os para las mujeres, lo que se cree ser la media de
los pa¡ses industrializados en 2050. La mayor¡a de las personas del mundo que
hoy tiene m s de 110 a¤os son japoneses.
China tendr 470.000 centenarios antes del a¤o 2050, contra los 7.000 que tiene
en la actualidad. De aqu¡ a 2036, m s del 20% de su poblaci¢n superar los 65
a¤os de edad. India ser el pa¡s m s poblado en 2050, antes incluso que China,
momento en que la media de vida en este pa¡s se situar en los 74 a¤os de edad.
Tambi‚n en el Sur
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En Pakist n, que alcanzar tambi‚n esa expectativa de vida en el mismo a¤o, los
mayores de 60 a¤os ser n 4,7 veces m s numerosos en 2050, pasando de los 9,3
millones actuales a los 44,1 millones.
Hay una novedad importante en esta panor mica, recogida en los anales del
Congreso Mundial sobre Poblaci¢n que tuvo lugar el a¤o pasado en Tours: si los
pa¡ses desarrollados llevan constatando la creciente longevidad desde hace
d‚cadas, los pa¡ses en desarrollo van a experimentarla de una forma todav¡a m s
brutal: las proporci¢n de personas mayores aumentar en estos pa¡ses dos veces
m s deprisa que en los pa¡ses industrializados.
Thailandia es un buen ejemplo: hoy s¢lo el 7% de la poblaci¢n tiene m s de 60
a¤os, pero en veinte a¤os m s ser el 14% de su poblaci¢n la que sea
sexagenaria. Algunos pa¡ses desarrollados han tardado m s de un siglo en
alcanzar esa cifra, lo que desvela la magnitud del fen¢meno y siembra la duda
respecto a la capacidad de estas sociedades para acoger este creciente segmento
de poblaci¢n.
De todas formas, tampoco es posible generalizar: en µfrica austral la esperanza
de vida ha ca¡do espectacularmente debido al sida, mientras que la mortalidad
infantil est estancada en el µfrica subsahariana. En Mozambique la esperanza
de vida no llega a los 34 a¤os. Son las dos caras de la moneda.
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